Autor: Manuel Narvaez
Para padres, que de cierto modo, la verdad les elude cuando se trata del bienestar social y deportivo de su hijo(a), y no sabe como brindar apoyo certero.
Es muy desconcertador ver cómo los jugadores están expuestos a una ruleta rusa deportiva. Utilizamos el deporte para un mejor porvenir, tenemos metas altas que son de admirar, y nos sometemos a rigurosos entrenamientos a modo de atropello, por el sueño de triunfar.
Algunos en éste juego acertamos y somos rescatados, otros, al acabarse el deporte, se juegan la vida a la suerte.
Vivimos en una sociedad donde los valores son casi inexistentes y una moral en decadencia donde nuestros intereses y ambiciones son prioridad.
En esa ruleta, nos enfocamos en el resultado final, y perdemos la causa por la cual participamos en el deporte. Las etapas en nuestra formación cognitiva, académica, social, y física son ignoradas porque no se nos enseña correctamente, y de modo que se les hace muy difícil el trabajo a los educadores en corregir esos matices corrosivos inyectados por nuestro entorno social a través de los años.
La causa: lo que debemos promover en los deportes son el aprendizaje y esas experiencias que vivimos y enriquecen nuestras vidas y nos refinan el carácter, auto determinación, disciplina, colaboración y salud, por supuesto. La educación psicológica, académica, social, y física es primordial. El ganar debe ser secundario y vago.
Pero nos encontramos con la influencia de la moda, los medios, y los mensajes artísticos musicales, parodias televisivas, programas de radio de comedia, que nos venden una supuesta realidad, felicidad y diversión, pero promueven exitosamente de manera creativa y apelante su causa: la ignorancia con orgullo crónico y malicioso.
Vemos canchas repletas de competitividad, pero vemos aficionados, padres, y otras partes de interés promoviendo con sus actos y actitudes, una expectativa en desempeño irreal, el cual no se lo auto-aplican.
En ésta ruleta rusa deportiva, los observadores, los atletas jóvenes, estudiantes, sólo aprenden que su valor como atleta y persona depende de las victorias, publicidad, 'likes' y 'shares.' Se les hace ver que sus errores son de carácter personal, y que su dignidad está en juego.
Siendo así, atletas que no llegaron a recibir becas en universidades, no fueron seleccionados a un equipo, o no los firmaron en equipo profesional, experimentan una decepción sea por sus errores o por injusticia el cual tienen como escapatoria el bajo mundo, donde se crea falsa expectativa de aceptación, libertad, y atracción. Eso lo puedes ver en esas canciones dedicadas a chicas menores de 18 años, y haciendo como un padrote superhéroe a los juveniles.
Yo publiqué un libro en el 2011 titulado 'El Sentido del Baloncesto en la Vida' por esa razón, y contiene diversos temas de asuntos cotidianos utilizando como metáfora el baloncesto. Me invitaban a clínicas de baloncesto y daba charlas, luego padres se me acercaban de cómo hacer que su hijo pueda pertenecer a un equipo o ser atleta para que no se vaya a la calle, a las drogas, o se auto-segregue de la realidad y haga la suya propia en muchas actividades o juegos sedentarios no saludables.
Pero nuestra cultura no fomenta la lectura productiva, de temas que nos confronten, que nos hagan sentir incómodos, y nos pongan a sudar. Porque cuando en la práctica del deporte hay una demanda exhaustiva de esfuerzo, energía y oxígeno e hipertrofia muscular en el entrenamiento es cuando el cuerpo crea nuevas funciones de memoria muscular que ayudan en la nueva ejecución aprendida, provocando un crecimiento, volumen, capacidad, transformación y conexiones sinápticas. Del mismo modo opera nuestra neuromecánica y biomecánica en la aplicación de esfuerzo a asuntos cotidianos.
Justificamos que no nos gusta leer, que somos visuales. ¿Pero quien no es visual? Porque conozco personas con problemas de visión y son grandes visionarios y seres de gran corazón y funcionales, y son de admirar.
Nos engañamos con un orgullo falso que promueve el desconocimiento, y poder justificar nuestro actos apelando a la ignorancia, y buscando personalidades de comparativas o referencia para hacer correcto un comportamiento indebido porque otro lo hizo y no sentirse solos en el error.
Hay un temor colectivo de padres, madres, y familiares, porque sus queridos y amados, no sigan las influencias que hoy día tienen a una población engañada y corrompida. Las personas están en necesidad de afecto genuino, pero la sociedad la utiliza para vender falso amor apelando a las emociones erráticas.
Es increíble ir a un teatro y ver un estándar o estilo de vida en el diálogo muy por debajo de un intelecto aceptable o funcional, que no lleva mensajes de superación, voluntad, respeto, conciencia, empatía y comprensión. Que ponen un final bonito como el 'mensaje,' pero más fue lo corrosivo al detalle y en suspenso, y el 'mensaje' emocional bonito, solo se queda en ilusión. Así actuamos, por impulsos, por emoción, por instinto, sin conciencia, por defecto, y a suerte.
Tenemos mucho talento como pueblo, en lo deportivo, artístico, musical, y televisivo, pero el talento ante la falta de un factor esencial en este juego de vida como los valores, el pensamiento crítico, la prudencia, la tolerancia, mansedumbre, inteligencia emocional, se ha convertido en un propulsor corrosivo que se pierde de perspectiva lo vital, verdadero y correcto.
Escribo con sentido de urgencia, porque sigo viendo que personas talentosas, seres amados y valiosas se pierden porque se ha distorsionado la causa por la cual participamos, vivimos y permanecemos en el ámbito deportivo, profesional, y social. Pero somos las mejores víctimas, hablamos de los que "nos quieren ver mal," es la línea más famosa en la música, y lo ponemos en estatus en las redes sociales.
Como sociedad vivimos casi paranoica o fanática de teorías conspiracionales, que vemos a un desconocido como enemigo, o al que cometió un error, como a un terrorista.
Ya ni abrazamos e invitamos a la diversidad, si no te unes al sistema, eres como ellos. Somos buenos poniendo estatus de apoyo, pero es vacía y muerta por las acciones que contradicen. Ya la amistad está condicionada a un beneficio y a un cierre de negocio.
Nosotros podemos hacer que este estilo de ruleta rusa pase al olvido, el vivir en incertidumbre, ignorancia, ser víctimas, en sospecha, y de vivir por instinto y malicia pase a ser un estereotipo el cual nadie quiera ser parte, o por lo menos que denote algo no agradable y se trate de evitar, o que por lo menos, nos esforcemos genuinamente por lo contrario.
Juntos podemos crear un ambiente productivo y conducido al progreso, al respeto, al aprendizaje, y a oportunidades debidamente creadas si queremos vivir una vida de calidad junto a nuestros seres queridos, apreciados y amados.
Necesitamos ser seres reflexivos, que tomemos un momento para una introspección y decir, que puedo hacer mejor, que consejos aplico si no se que debo mejorar, sin tomar a relajo y burlar la prudencia de las palabras del emisor.
Niégate en vivir una vida de ruleta rusa, suerte a inconsciencia, y valoremos el esfuerzo, las experiencias agradables, el aprendizaje, y la conducta sana, y podremos ver un cambio positivo en el deporte y en la sociedad.
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